«Era un 14 de diciembre. Soleado y frío. Muy frío. Aquel día no era un día cualquiera del año para un escolar en Ermua. No precisamente por la cercanía de la Navidad, sino porque era el día del cumpleaños del señor que daba nombre al colegio. El día del párroco de la iglesia Santiago Apóstol. La efemérides de la persona que popularmente daba nombre al barrio de Ongarai, también conocido como «las casas del cura». El cura contratista. La persona que medió para adquirir los terrenos de San Pelayo para construir el antiguo campo de fútbol. O la persona que se decidió a construir un espacio donde los ermuarras pudieran disfrutar de su tiempo de ocio viendo cine. El Cinema Ermua. Que se inauguró el 6 de marzo de 1955 y dónde se realizaron obras teatrales, zarzuelas, conciertos, reuniones o mítines electorales.
El 14 de diciembre de 1915 nació Don Teodoro Zuazua, y tenía por buena costumbre llevarnos a todos los niños del pueblo a ver una película al Cinema. Ese mismo cine dónde Juanita Onandia te daba la entrada desde la ventanilla ubicada a mano derecha de la puerta principal. Ese día desfilábamos desde los colegios por las calles de Ermua. Todos de la mano en dirección a Izelaieta a disfrutar del cine. Allí estaba Don Teodoro y allí le cantábamos el «zorionak zuri». Siempre sonriente, se emocionaba al vernos cantar a todos.
Ese día, mi primer día posiblemente en el Cinema, miraba para todos lados. Sentía el calorcito de la calefacción de leña. Tocaba película, y ¿cual nos tocó en suerte aquel año? pues, Kramer vs. Kramer. Un «peliculón» del que por mi edad no entendí nada, pero que se quedó grabado en mi memoria. Allí estaban Dustin Hoffman y Meryl Streep en el «oscarizado » drama estadounidense de finales de los años 70. Ella les deja. El estaba en el mejor momento de su carrera profesional y tiene que dedicarse a cuidar de su hijo y mantener su carrera. Ella vuelve, para llevarse al pequeño. Y todo se desarrolla en una bonita historia de amor a tres bandas. Lo dicho, no entendí nada pero me gustó, tal vez porque me gustaba todo lo que saliera en el cine o en la televisión. Era la peli de Don Teodoro y ya de por si te gustaba. Aunque después lo que no entendí es que Kramer vs. Kramer se llevara el Oscar por delante de Apocalipsis Now de Coppola. Hollywood y sus cosas, vaya…
Lo mejor a la salida del cine fue ver a las madres, esperándonos en la puerta con un frío que no se olvida. Buscar a la amatxo entre todas y ya de vuelta a casa feliz de disfrutar del cumple de Don Teodoro y de mi primera película en el viejo Cinema Ermua.»
Jose Maria Larruskain escribió sobre Don Teodoro para la revista Parroquial, dejando constancia de la vida y obra del párroco de todos los ermuarras
«Don Teodoro Zuazua Goti nació en Abadiño el 14 de diciembre de 1915. Falleció en Ermua el pasado día 17 de octubre de 2002. Ordenado sacerdote el 25 de septiembre de 1939 comenzó su ministerio pastoral, como entonces era costumbre, en una parroquia rural de Araba. En junio de 1945 llega como párroco a la parroquia de Santiago de Ermua, donde permanece hasta su muerte.
Este cura ha admirado y cautivado a todos los que le han conocido por su compasión ante los necesitados y por su generosidad y desprendimiento. A comienzos dela década de los 60, en la visita domiciliaria a un enfermo, descubre la cruda realidad del hacinamiento de varias familias arrendadas y subarrendadas en un piso. Se le conmueven las entrañas e inicia la construcción de viviendas. Edifica varios cientos de viviendas en tres barrios del pueblo para los menos pudientes. Ante la falta de espacios de diversión, deporte y ocio para los niños y jóvenes gestiona la compra de terrenos del actual campo de fútbol, construye el cinema y se responsabiliza de su funcionamiento, organiza innumerables festejos y excursiones populares.
Pero sus predilectos son los enfermos y los que sufren. Se entera pronto de quién ha enfermado y les visita con mucha frecuencia en sus domicilios. Recorre todas las clínicas, hospitales y residencias de ancianos de Bizkaia y Guipúzcoa donde haya un feligrés suyo para visitarle, interesarse por él y llevarle algún regalo. Todos los años, incluido éste, acompaña a los enfermos en la peregrinación de la diócesis de San Sebastián a Lourdes. Acude a todos los domicilios donde ha fallecido una persona para orar por ella y consolar a los familiares. Dedica una atención paciente y detenida a las muchísimas personas que acuden a su despacho presentándole sus problemas y se esfuerza en la búsqueda de soluciones.
Esta lástima que siente por los más desvalidos le lleva a un desprendimiento total de lo suyo sin reservarse nada para sí. Vive muy austeramente. En su testamento consta que no deja ningún bien económico o material, puesto que nada posee. Y como culminación de su generosidad dona su cuerpo a la Clínica Universitaria de Navarra para la enseñanza e investigación médicas.
Toda esta actividad tiene un motor y una motivación: Su unión con Dios, su imitación de Xto. y su devoción mariana. Es un hombre de oración y de contemplación. Se alimenta de la espiritualidad sacerdotal del Seminario de Vitoria.
En Ermua, gentes de distinta procedencia, de diversa afiliación política, alejados o cercanos a la Iglesia, creyentes o no creyentes, todos aprecian y estiman a D. Teodoro. En estos últimos años son muchos los reconocimientos y homenajes que recibe de distintos colectivos del pueblo. En las pasadas fiestas patronales de Santiago, el Ayuntamiento, recogiendo el cariño del pueblo, le dedica en una plazoleta junto al templo parroquial una escultura de su persona a tamaño natural como muestra del afecto de todo el vecindario.
Conocida la noticia de su muerte, la Corporación Municipal declara dos días de luto suprimiendo todos los actos oficiales programados. Se instala la capilla ardiente en la iglesia parroquial y tanto de día como de noche y de madrugada la gente se acerca a velar su cadáver, a honrarle y a despedirse de él.
El funeral, presidido por el Obispo Auxiliar, don Carmelo Etxenagusia y concelebrado por una veintena de compañeros suyos, se celebró el día 19. El templo a rebosar de gente, los aledaños de la parroquia repletos y la plaza del pueblo llena de personas que siguen el oficio religioso con recogimiento y tristeza a través de una pantalla gigante de TV.
D. Teodoro sigue vivo en el recuerdo de todos los ermuarras y de cuantos le han conocido. Descanse en paz en la casa del Padre.»
• José Maria Larruskain