Carlos Totorika: «Soy de la idea de que se puede construir el mundo».

El excalde, Carlos Totorika, accede al Ayuntamiento con el nuevo alcalde Juan Carlos Abascal/ERMUBERRI

A sus 62 años, el ermuarra Carlos Totorika ha dejado de ser alcalde de Ermua, tras 27 años,  para dedicarse a partir de ahora “a andar en bici, dar largas caminatas, dedicar tiempo a la familia, y hacer una lista de tareas que me llevará por lo menos 2 años”.

No estoy enfermo ni nada por el estilo” explicaba después de responder a esa pregunta en muchas ocasiones durante estos últimos días.“Yo hace año y medio podía haberlo dejado cobrando lo mismo, pero he esperado al momento que he creído adecuado” aclaraba.

¿Qué sintió cuando tomó por primera vez el bastón de mando ?

Ví a unos cuantos amigos míos. Estoy hablando de personas, no de militantes políticos y tuve la sensación que tenía que responder a las problemáticas que había entonces en Ermua. Tuve la sensación de muchísima responsabilidad, un poco angustiosa.

Entonces ¿por qué dejó su trabajo como director de la BBK?

Nunca he sido una persona muy normal, porque el día de mi 18 cumpleaños estaba detrás de las rejas de la cárcel de Basauri y no fue por casualidad. Ni otras tres veces que me detuvo la Guardia Civil por poner carteles cuando no se podían poner.

«Compramos el edificio de Monroe y ahora se mantiene en Ermua con 850 trabajadores»

Entonces. Ermua ha tenido durante 27 años un alcalde con antecedentes penales.

Sí y eran llamativos, porque cuando fuí a la mili el comandante me llamó inmediatamente porque yo había dicho que era carpintero y tenía una ficha estupenda. Yo soy de la idea de que las cosas se podían cambiar, que se puede construir el mundo. Por eso me metí en la aventura de ser alcalde. No una aventura alocada, sino poniendo condiciones para conseguir lo que quieres.

De esas aventuras ha tenido varias en estas 7 legislaturas

Alguna. Por ejemplo comprar el edificio de la Monroe ( empresa local) por unos mil millones de pesetas. Pero ahora se mantiene en el pueblo con 850 trabajadores. Soy de la opinión de que se pueden crear escenarios para que sucedan cosas.

Es ambicioso pero también reivindicativo. Recordemos cuando salió para Madrid caminando para pedir un polideportivo.

Cuando se cayó el polideportivo lo viví con una angustia horrorosa porque no sabía si estaba haciendo el ridículo, porque nosotros cumplimos religiosamente y la compañía no nos respondió. Yo no me iba a quedar calladito. Tenía idea de estar 25 días caminando hacia Madrid y decir el nombre de la empresa, poniéndoles como mal ejemplo. Se lo dije a ellos y no me creyeron. Hasta que el primer día de caminata el presidente de la compañía me dijo que fuera a Madrid a resolverlo y yo le dije que ya estaba andando y que viniera él, porque mientras no hubiera acuerdo yo no dejaba de andar. Pero son decisiones en las que te arriesgas mucho a no ser entendido o a si pensarán que estás loco. Como creo que se pueden conseguir las cosas asumo esos riesgos. Ahora en Ermua con la fibra óptica e Izarra Centre estamos en ello. Somos el único municipio de España, pero si trabajamos al largo plazo estoy convencido de que dará muy buenos resultados. Cuando en la política se trabaja el corto plazo no hay más que miseria. Los cambios requieren tiempo y programación.

Que la población ermuarra sea tan reivindicativa e insistente le habrá causado problemas a veces.

No. Porque yo he liderado muchas veces reivindicaciones y entiendo lo que plantean, pero a veces no puedes dar todo lo que te piden. Yo he sido, desde los 16 años, organizador de múltiples manifestaciones y asambleas que se han organizado en Ermua, para criticar al alcalde franquista o para pedir que se mejorara el urbanismo cuando no había de nada. Ermua tenía tantas necesidades que había mucha movilización. Fuí vicepresidente de la asociación de familias de Ermua. En Ermua entonces no había de nada: el monte, las ganas de vivir y poco más. Eso sí, teníamos una historia industrial con gente preparada. Caminamos sobre hombros de gigantes. No es casualidad que tengamos tanta actividad industrial. Otros hace 50 años ó 100 hicieron su trabajo.

« He vivido con frustración el no llegar a los pequeños temas»

Tres momentos que destacaría.

Me marcó profundamente inaugurar la plaza de San Pelayo, la más grande del bajo Deba, 235 metros de longitud, el polideportivo Miguel Ángel Blanco y las movilizaciones impresionantes y angustiosas con Miguel Ángel. Pero también estas dieron sus resultados. Esto es para mí, aunque para Ermua acabará siendo más importante la fibra óptica que el polideportivo.

¿Decisiones de las qué se arrepienta?

Más que decisiones erróneas me agobia no haber llegado a todo. He vivido con mucha frustración que me he dedicado a los grandes temas, pero no llegaba a lo pequeño. Teníamos un pueblo descacharrado y había que darle la vuelta. Me he quedado con las ganas de poner un monumento en la plaza a los pelotaris estupendos que hemos tenido y otra media docena de cosas más.

¿De qué está orgulloso?

Yo cogí un Ayuntamiento que tenía un 20% del presupuesto de deuda. Esto supondría que hoy tendríamos 4 millones de euros para pagar en intereses y amortización y pagamos 100.000 euros y eso nos ha permitido durante la crisis atender a familias con problemas o hacer planes de empleo. Esto es fruto de mucha seriedad y no de la suerte. La riqueza (patrimonio municipal) de Ermua ha pasado de 12 millones a 90. Si el polideportivo nos costó 6 millones, ¡piensa lo que se puede hacer con ese patrimonio!.

¿Lo mejor y lo peor de ser alcalde?

Lo peor: la dedicación que exige y el esfuerzo. Hay que estar entrenado para el estrés. Lo mejor: que produce una gran satisfacción porque se ven los resultados en muchos campos.

¿Nos ha dejado en buenas manos?

No tengo ninguna duda. Chicho (Juan Carlos Abascal) es un gran profesional con una dedicación brutal y tiene ambición.

 

 

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